martes, 9 de junio de 2015

Huída

Imagina un lugar, dijo la Voz. Y cerró los ojos. Al principio, nada, oscuridad. De repente, colores, formas. En realidad no veía nada, no captaba nada. Luego, una brisa. Aire caliente, fresco, agobiante... no supo cómo era. Se imaginó en lo alto de un acantilado. El cielo gris, el mar negro.
Se formaron ondas en la superficie del agua. Esperó y esperó, pensaba que saldría algún monstruo, pero no. Las ondas siguieron creciendo y decreciendo, cada vez más deprisa.
Frunció el ceño y las ondas dieron lugar a olas, que salían de ningún sitio. Olas gigantes, sin embargo no lograron llegar a ella. Se dio cuenta de que las olas querían llegar a ella, cada vez alcanzaban un punto más alto, no obstante nunca conseguirían su propósito. Se miró y descubrió a sus manos formar un puño. Los nudos blancos; los dedos, agarrotados. Sonrió ferozmente. Ahora lo entendía. Ese era su mundo.
Ella podía controlarlo...
Espera, volvió a hablar la Voz. No sabía de dónde procedía, quizá de su cabeza, quizá del mar, quizá de la Luna (aunque era de día, la Luna estaba allí, haciéndole frente al magnífico Sol Oscuro). Aún es demasiado pronto. Tú no lo puedes controlar, soy yo. Y la Voz sonrió, ávida de sangre.
Abrió los ojos. Se encontraba en su habitación. Corrió la mirada por ella. Todo en su sitio. La ventana, cerrada y el Sol asomando por ella. Era verano, por la tarde, sin embargo ella sintió frío.
Estaba temblando.

1 comentario:

  1. Todo en su sitio,controlando su mundo,sabes! está guapo lo que has escrito,saludos Amy.

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